Francisco Herodes Díaz Echemendía

* 1956

  • “Estuve 20 años y 10 días plantado, allí nunca me pudieron claudicar. Yo siempre digo que si yo, un simple mortal, lo pude hacer, las otras personas también lo pueden hacer. Qué me ayudó? Primero, ayuda de Dios, esto es innegable. Segundo, mi amor por la libertad de Cuba. Mi sentimiento patriótico, mi convicción, mi honra, mi honor, mi decoro. Nunca me dejaron caer.”

  • “El hambre era tal que vi esto en la prisión en Boniato: presos tomar un jarro de aluminio, coger una cuchilla y cortarse la vena de aquí a aquí y poner el jarro de aluminio para gotear la sangre. Y cuando el jarro estaba por aquí de sangre ya, cogían agua con sal y le echaban la sangre de ellos mismos. Y la ponían en unas fogatas que hacían allí con poliespuma. Y hacían morcilla con su propia sangre y se la comían. Eso hacían presos en la cárcel de Boniato.”

  • “Me impresiona que cuando yo llego ahí [a Boniatico], hay como un buró hecho de concreto, más o menos tenía unos 40 de alto por 2 metros y medio de largo, y de ancho como unos 50 centímetros. Allí yo logré ver de la parte atrás, en una ocasión que me mandan a la Policía Política a una oficina para entrevistarme. Veo una madera así más o menos de este ancho y este grueso, que estaba ahí puesta. En la madera estaban clavados como unos 20 o 25 clavos a cierta distancia. Suponga como mi brazo era la madera, estaban los clavos clavados así. De cada clavo cuelga un dispositivo para hacer sufrir a los presos. Por ejemplo, allí colgando, había un black jack, como le decían aquí, en otro había un cable torcido de electricidad, en otro había un rabo de buey, en otro había un lomo de buey curtido, un machete sin filo, cosas enrolladas en tape, palos de guayaba, porras de goma, bastones eléctricos … Había unos bastones que eran recién llegados de la Unión Soviética, que el mango era un dispositivo y estaba el bastón que tenía un orificio que le disparaba a los presos gas pimienta. Y cuando el preso empezaba a ahogarse, le daban en la cabeza. Un bastón eléctrico tenía como resistencia en la punta y tocaban a los presos con eso y les daban una descarga eléctrica, y luego con el bastón les daban golpes. Cada bastón de estos, y cada dispositivo de estos, tenía un nombre en un cartelito. Estaba el bastón aquí, los dispositivos aquí, y decía aquí un tape que decía aspirina, dipirona, amitriptilina, gotas, así cosas con nombres de medicamentos. Cuando un preso llamaba a un guardia y le decía: ‘Guardia, me duele la cabeza, me duele el estómago, me duele un pie, necesito que me den una medicina o que me lleven al médico’, decía el guardia: ‘Ah, yo te doy medicina, ¿qué te hace falta? Para ir a buscarlo en el hospital’. [El preso] le decía: ‘Dame dos aspirinas, o medicamento para el estómago’. Le decía el guardia: ‘¿Cuántos quieres?’ ‘¿Uno? ¿Dos?’ ‘Pues dos, o cuántos puede’. Y van para allí, para el lugar ese. Por ejemplo, si era amitriptilina porque el preso no podía dormir, iban por el bastón o por el cable que era la amitriptilina, lo esposaban ahí en la celda, sacaba la mano por el orificio de la celda. ‘Así que ¿tú querías dos de amitriptilina?’ Y con el bastón le metían dos palazos por la cabeza, dejándolo desmayado ahí. O si era: ‘Me hace falta una dipirona para el dolor de muela’. Y con el dispositivo, o el machete, que era la dipirona, le metían cosas al preso. Esa la medicina del preso - golpes y más golpes. Eso lo hacían en Cuba.”

  • “Boniatico es en sí una prisión dentro de otra prisión. Un régimen de castigo especial, famoso por los crímenes que se han cometido ahí, los aseninatos, la brutalidad policial que hay ahí. Los guardias que han entrado ahí son guardias especiales. Aquí llevan guardias que tienen psicosis criminales, que no miran para atrás si tienen que matar a alguien”.

  • “Cuando [en 1989 cae] la Unión Soviética, yo ya estaba preso. Y el personal [de la Embajada Soviética] se va. Y también la mujer mía se tuvo que ir, nunca he sabido de ella. Si es que algún día escucha esta entrevista, que sepa que aún me acuerdo de ella. No me he muerto. Trataron de asesinarme varias veces, no lo lograron, aún estoy aquí, dando mi testimonio."

  • “Bueno, como hombre arrogante, testarudo, suspicaz, inteligente para el mal. Si es que la maldad es inteligencia. Más o menos.”

  • “Las UMAP [Unidades Militares de Ayuda a la Producción] fueron unas unidades de producción, un tipo de campo de trabajos forzados copiado de las gulags rusas. Ahí mandaban a los lumpes y antisociales, como decían ellos, a los homosexuales, a toda esa gente la mandaban para ahí para hacer trabajos forzados, sin haber cometido ningún delito, solo porque a alguien se le ocurría decir que uno era lumpe y antisocial porque vestía a la moda. En aquellos tiempos difíciles para el pueblo cubano, todavía más difíciles que ahora, a usted lo podían prender y encarcelarlo porque lo cogieran hablando inglés en plena calle o por traer un pulover con la bandera estadounidense, o con un extranjero inglés. Por estar oyendo las ondas cortas de las radios extranjeras. Usted podía ponerse un pulover que diga en inglés Viva Fidel en inglés y en el pueblo si lo ven, lo metían preso, a nadie le interesaba lo que decía, nada más por eso.”

  • “Aquí con todos los planes, con la cortadura de caña, con la asadora, no se lograron los 10 millones. Ese fue un revés económico, político y de todo lo tipo para la dictadura. Primero decían de que van, van. Y después de aquel descalabro decían: ‘Convertiremos el revés en victoria’. Yo no sé en qué victoria, porque nunca hubo ninguna victoria. No teníamos ni azúcar, ni nada. El daño económico fue inmenso. El país cayó en monocultivo. Tú no veías nada. Hasta la madera la importaban desde Rusia, ya no había caoba, ya no había jiquí, ya no había ébano, no había cedro, no había nada. Porque acabaron con todos los bosques de Cuba, para sembrar la caña”.

  • “Los tribunales le pertenecen a la policía política. Y más los tribunales militares. Aquí no hay plenamente, como se dice, un estado de derecho, aquí los poderes no están divididos. Aquí los jueces, los fiscales y los abogados, le siguen las pautas a la policía política, sino no pueden ejercer. Es un círculo y es lo que sucede. Ningún opositor político que quiera instalar una querella, aunque tenga razón, siempre pierde. En Cuba, los tribunales cubanos no son para hacer justicia, son para castigar con su justicia a los opositores de la dictadura, en caso de nosotros”.

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    Santiago de Cuba, 25.03.2020

    (audio)
    duration: 07:03:15
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Es mucho más rápido tumbar el comunismo mediante la lucha armada, aunque es un método sangriento. Pero hay muchos que piensan morir por la patria

Francisco Herodes Díaz Echemendía
Francisco Herodes Díaz Echemendía
photo: archivo del testigo

Francisco Herodes Díaz Echemendía nació el 16 de septiembre en 1956 en Santiago de Cuba. Se crio con sus hermanos, militantes comunistas, hasta el 1982. Desde los 13 años de edad empezó a tener cuestionamientos políticos contra el régimen de Fidel Castro, pero todavía no sabía externarlos. En la juventud fue rebelde, le gustaba vestir a la moda estadounidense, y más tarde se volvió hippie. En 1972 se fue a La Habana a estudiar la galvanotecnia. Desde joven tuvo gusto por las armas, estaba dispuesto a ir a la Guerra de Angola durante su Servicio Militar, pero después de haberle sido inyectado pentobarbital sódico, sufrió una crisis en la que se puso violento y fue metido en un calabozo. Posteriormente, quiso apuntarse a un curso en Checoslovaquia, pero su hermano le rompió la invitación, lo cual marcó el inicio del fuerte desacuerdo de Francisco con el régimen. Hasta 1978 estudiaba Facultad de Física por las noches, en la que también se graduó y empezó a dar clases en una escuela especial en Santiago de Cuba, donde se ganó el amor de sus alumnos. En 1982 estuvo preso por haber intentado comprarles a sus hijos unos zapatos con divisa extranjera, y cumplió aproximadamente con 13 meses de privación de libertad, conociendo a varios presos políticos, los cuales fueron formando sus ideas anticomunistas más al detalle. Por el año 1984 ya sentía sus inquietudes políticas más explícitas, y decidió externarlas difundiendo libros prohibidos en las calles de Cuba. Se casó con una trabajadora de la Embajada de la Unión Soviética, tenía relaciones con el personal diplomático soviético. Después de la caída de la URSS, en 1990 fundó una Célula y decidió recaudar armas para derrotar la dictadura cubana con acciones armadas, por lo cual fue sancionado a 20 años de privación de libertad. En los años 1990 – 2010 estuvo preso en las prisiones de Boniato y Guantánamo, de los cuales 7 años consecutivos no le fue permitida ni una visita. Vivió numerosas golpizas y una violencia extrema por parte de los guardias, sobre todo en el departamento de la prisión llamada “Boniatico”. Francisco es un testigo viviente de algunos de los mayores presos políticos cubanos, con los cuales compartió celdas y patios de las cárceles cubanas. El padre de Francisco murió en 2004, mientras Francisco estaba preso, y le permitieron verlo en la funeraria sólo unos ocho minutos de tiempo. Fue puesto en libertad el 15 de febrero de 2010, después de 20 años y 10 días preso, durante los cuales siempre mantuvo su convicción anticomunista. Nunca más volvió a ver su esposa soviética, ni su esposa anterior, ni a sus hijos, de los cuales sabe sólo que la hija es músico jazz y reside en los Países Bajos. Sigue viviendo en Santiago de Cuba.