Se puede perdonar, pero no olvidar
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Juan Antonio Villar Garrote nació el 17 de agosto de 1943 en Cárdenas, una ciudad pequeña situada a unos 150 kilómetros de La Habana. Estudió en la Escuela Profesional del Comercio y en marzo de 1959 empezó a trabajar en un almacén de víveres. Al principio, el triunfo de la Revolución Cubana significó para él sobre todo un gran alivio. Todo indicaba que los tiempos llenos del terror omnipresente causado por los enfrentamientos de diversos grupos en la isla se acabaron. Sin embargo, poco a poco se iba dando cuenta de que los cambios que habían anunciado los líderes revolucionarios no eran exactamente lo que estaba ocurriendo. Entendió que Fidel Castro se iba inclinando al régimen comunista y decidió emigrar. No obstante, sus intentos de irse no se volvieron realidad durante muchos años. En una de las ocasiones se negó a cambiar su casa donde habitaban personas mayores por el permiso de salida. En 1965 no pudo emigrar por el puerto Camarioca debido a que sólo tenía 22 años y la salida se permitía a mayores de 27 años. Siendo católico practicante que permanentemente intentaba salir de Cuba por cualquier vía fue llamado en 1966 a entrar a los campos de trabajo forzado conocidos bajo el nombre de las Unidades de Ayuda Militar a la Producción. Allí pasó casi un año. Fue testigo de colapsos de personas que no podían aguantar el trabajo duro e inclusivamente se murieron. Cuando terminaron los campos de trabajo fue directamente a la Embajada suiza para pedir el permiso para poder emigrar a Estados Unidos, a donde llegó al principio de los años 70. Desde entonces vive en Miami.