Luis Eligio Omni

* 1972

  • “El tiempo... todo es tiempo. En este cuerpo en que estamos el tiempo lo es todo. Somos tiempo. El cuerpo mental, el cuerpo emocional y el cuerpo de la voluntad están regidos por el tiempo. No podemos permitir de ningún modo en este instante en que estamos escuchando esto y si comprendemos y sentimos que es real, que es verdad esto que estoy diciendo, que sigan robando nuestro tiempo. El tiempo que ya nos robaron es el crimen más grande de este régimen y de este sistema. No tienen perdón y no tienen forma de pagarlo. No hay manera de pagar. Son ladrones del tiempo. Pero nosotros como no vamos a poder cobrar ese tiempo, no podemos permitir que nos sigan robando un segundo más. Y para eso es super importante que seamos libres de pensamiento, que seamos libres de sentimiento y que seamos libres en nuestra voluntad. La libertad lo es todo. La libertad es el principio y es el fin, es alfa y omega. Todo lo que deseamos de bien para esta vida, todas nuestras aspiraciones se resumen en la libertad. Y sin tiempo no podemos tener la libertad. Estemos en el fondo de una prisión, estemos empobrecidos, no encontremos el modo de subsistir económicamente, estemos enfermos, estemos como estemos, no podemos permitir que sigan robando nuestro tiempo. Tenemos que ubicarnos en el estado de alegría. La alegría es un estado que está por encima de todo, que va hacía todas partes y viene de todas partes, está vibrando constantemente. Por eso respiramos, por eso pensamos, por eso reímos, por eso somos. Por la alegría. La vida es una alegría. Aún en medio de un huracán, en medio de un volcán, en erupción es alegría. Y aún en medio del minuto final donde ya desaparecemos, es mismo desaparecer con alegría. Porque es el signo vital de que estamos en libertad y de que el tiempo está en nuestras manos. Es lo que siento, es lo que pienso”.

  • “Nosotros nos resistimos. Dijimos que había que morirse, que nosotros veníamos de la generación del 53, la generación que no creía en comunismo, la generación que estaba luchando para instaurar la constitución del 40 y que había que morirse allí con nosotros. Ellos se intimidaron mucho. Nosotros levantamos teléfono, habíamos acabado de iniciar los teléfonos celulares, nos cortaron los teléfonos celulares, pero nos habían puesto un teléfono público dentro del taller. Yo creo que era para escuchar nuestras conversaciones y espiarnos y lo usamos. La única persona que no estaba allí con nosotros era la informática, la que dominaba todas nuestras redes sociales. Le dijimos: ‘Oye, la hora cero llegó. Esto es lo que nos está pasando y esta es nuestra posición.’ Ella escribió un comunicado, el comunicado salió y esto inmediatamente estaba en la CNN, aquí en el exilio, a todos los escritores de Cuba les llegó, porque ella lo lanzó por esta red de email también. Y enseguida montón de escritores e intelectuales empezaron a mandar cartas por esta misma red de email diciendo que se estaba cometiendo la injusticia más grande y que ellos estaban con Omni Zona Franca, pasara lo que pasara. Y así fue. Al otro día en nuestras casas – atrincheraron a nuestras casas – está el video allí en Youtube, 2009, los escritores oficiales importantísimos dentro de la oficialidad, dentro de Cuba, escritores con un renombre grande estaban dentro de nuestras casas leyendo los poemas de Reinaldo Arenas, que seguiremos buscando patria. La casa atestada de gente, el edificio atestado de gente, la gente escuchando en las escaleras qué se está diciendo adentro. Y un pueblo de brigada de respuesta rápida, acto de repudio allá. Salieron unos de nosotros reunirse allí. La delegada: ‘¡Esto es contrarrevolución!’ y no sé qué. Después de nosotros haber tomado la palabra la gente: ‘Que hablen ellos, que hablen ellos!’ Porque nosotros eramos muy popular. ‘Esto es el festival Poesia Sin Fin que nos acaban de expulsar injustamente de nuestro taller y esto es una manera de como nos están engañando. Y todo ese pueblo a decir, te lo juro: ‘¡Poesía Sin Fin! ¡Poesía Sin Fin! Los que ellos trajeron para el acto de repudio comenzaron a gritar Poesía Sin Fin”.

  • “Cuando llego a Omni Zona Franca ya había escrito alrededor de diez mil poemas. Había escrito como cuatro mil antes, pero en el momento cuando estoy en la beca mi tía los recoge y los bota. Omni Zona Franca era dos grupos. Uno de escritores y un grupo de escultores. Ambos grupos son fundados bajo un guía de un poeta que se llamaba Juan Carlos Flores. Juan Carlos Flores en este momento era el custodio de la Galería Fayad Jamís. Está ubicada en Alamar, que es proyecto de viviendas de la Revolución. Es una ciudad con edificios feos de concreto puestos uno encima de otro, estos edificios rectangulares estilo de campo socialista donde trajeron a vivir gente de todo el país, gente que fuera fiel a la Revolución. En esta ciudad está la Galería Fayad Jamís que acoge a diferentes proyectos alternativos antes de nosotros. Allí están los muchachos de Omni, en la Casa de Cultura empezando un taller de esculturas y en la Galería Fayad Jamís que está debajo y que se considere independiente de la Casa de Cultura, se considera un centro más avanzado, más culto, está este poeta Juan Carlos Flores como custodio de esta galería ganando 118 pesos. Fue un tipo muy campechano, parece un alcohólico del bar de la esquina, muy normal, pero cuando te encuentras y conversas con él te das cuenta de que están frente a un monstruo, un monstruo intelectual, un monstruo del conocimiento, un monstruo poético. Cuando abres cualquiera de sus libros de poesía... buf. Cada vez fulminaban... verdaderamente. En fin, estábamos en una presencia de una persona extraordinaria definitivamente, con unos conceptos de civilidad, con una ética tan fuerte... Juan Carlos Flores es el maestro”.

  • “Mi madre cuidó hasta su muerte a una señora que tenía una casa gigante en Escobar y Neptuno. Esta señora y su familia eran médicos de la alta sociedad antes de la revolución. Entonces de la puerta para dentro de la casa no había absolutamente nada del período revolucionario. Ni un periódico, ni un sello, ni una medalla, nada, ni un jabón. Nada. Mi madre cuidó a esta señora hasta su muerte y sobre todo ya cuando esta señora estaba en sus últimos días de su vida yo salía de la beca y me quedaba allí. Luego esta señora murió y nos quedamos viviendo definitivamente dentro de esta casa. Cuando yo entré a esta casa fue un viaje de tiempo inmediato. Fue como una máquina de tiempo. Yo loco por salir de la beca e ir a la casa. Era todo, el piso conservado, las puertas conservadas, los vitrales conservados, las paredes conservadas. Todo el techo trabajado, conservado. Los cristales, las divisiones entre sala y saleta, la biblioteca inmensa, rica, linda toda conservada nuevecita. El radio antiguo, la televisión de los años 50 funcionaba perfectamente como si no fuera manipulado. Era una cosa increíble. Las toallas antiguas, gavetas llenas de jabones de los años 50. Palmolive. Nada del periodo revolucionario. Nada. Entonces cuando esta señora muere, firma, yo estaba presente, no fue que estaba loca ni nada. Ella dejó la casa a mi madre. Y la vigilancia del barrio junto con otras personas querían sacarnos de la casa. Trajeron policía y todo. Fue un momento importante en el barrio. Las patrullas de policía iban a sacar a mi madre. Y ella cogió unas latas de luz brillante, nos bañó en luz brillante delante de todos allí, se bañó a sí misma y dijo: ‘Bueno, quién es que nos va a sacar de aquí que venga.’ Eso para mí fue un ejemplo de civismo tan fuerte. Sin yo saber que eso era cívica ni nada”.

  • “Yo fui muy mal alumno. Fui un alumno considerado delincuente dentro de la escuela. No fui enviado a una cárcel de menores que era otra beca idéntica a la de nosotros pero donde solo estaban los más malos, porque mi madre colaboraba mucho con la escuela. Mi madre llevaba muchas hojas de ocho por once a la escuela, llevaba muchos lápices. Ya eso te da una idea de que estas escuelas estaban en crisis, que el director a través de la institución estatal no podía satisfacer los lápices y las hojas para la escuela. Cuando el director aceptaba a mi madre, los bloques de hojas y los lápices que mi madre se los robaba en su centro de trabajo... Mi madre era una administradora de un almacén por un tiempo. Eso fue el tiempo más feliz de mi madre económicamente, dentro de toda esta pobreza que he narrado, muy corto tiempo administraba un almacén donde había de todo esto. Entonces mi madre llevaba hojas y lápices a la escuela. El director ni la cuestionaba que de dónde venían todas estas lápices. Se lo agradecía”.

  • “Mucha soledad... muy solitário. Mi madre siempre estaba movilizada. Empezó a trabajar para los militares. El ruido de los ómnibus que pasaban por Neptuno, ya deteriorados, sin piezas de repuesto, con gasolina rusa... Esto hacía que esas guaguas hicieran un ruido tan grande, tan estridente, tan molesto, tan estresante. Toda la casa se estremecía y por un instante en los oídos te hacía ‘pfff’. Esto yo lo asocio a mi madre y a mis tías. Ah... toda mi familia viviendo allí. Trece personas allí dentro de este pedazo tan chiquitico. Donde había una salita, una cocinita, un bañito y lo mismo arriba, el mismo espacito arriba, muy apretado. Esto hacía que hubiera discusiones familiares muy fuertes donde había tantas personas viviendo en conjunto. Pero tengo un recuerdo de mi familia en vela toda la noche. Cuando yo conversaba con mi tía con mi madre un tiempo después, ya me contaron por qué. Me dicen: ‘Sí, estábamos de vela toda la noche.’ Porque ellas se metieron muchos años compitiendo en la unidad militar en la que trabajaban para tener un reloj de pulsera. Una de mis tías compitiendo por un reloj de pulsera y otra por el reloj de despertador. Pero estuvieron varios años así. Entonces no tenían reloj y tenían que estar pendiente todo el tiempo del paso de la guagua. Se sabía que esta guagua pasaba a esta hora. Esta guagua pasa a esta hora. Pero a veces las guaguas fallaban y tenían estar pendientes de si alguien pasaba y tenía un reloj y preguntarle la hora. Porque en mi casa no había radio, no había televisión, no había refrigerador. Mi casa era un habitáculo donde yo recuerdo que muchas veces me acostaba sin comer”.

  • Full recordings
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    Miami, USA, 08.06.2021

    (audio)
    duration: 02:13:56
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El exilio es mi obra maestra

Luis Eligio Omni, 2021
Luis Eligio Omni, 2021
photo: Post Bellum

Luis Eligio Omni nació como Eligio Pérez Meriño el 10 de julio de 1972 en La Habana. Su madre vino a la capital cubana de la Sierra Maestra para participar en la campaña de alfabetización. El padre de Luis era alto militar del Ejército y los dos no se conocieron hasta que Luis se volvió mayor de edad. Durante su infancia vivió en la calle Neptuno en el centro de La Habana. Él y su madre compartían la vivienda con una tía y otros miembros de familia. De vez en cuando había allí hasta 13 personas. La casa era en muy mal estado y la falta de dinero resultaba en escasez de comida. Luis pasó mucho tiempo viviendo en los albergues de las escuelas, donde presenció y sufrió mucha violencia. Era un niño curioso. Le encantaba leer y escribir y su sensibilidad se manifestaba por frecuentes estados de soledad. En la secundaria practicaba el breakdance y de vez en cuando participaba en peleas entre los alumnos. A pesar de ser considerado un muchacho problemático no tuvo grandes dificultades durante los estudios. Esto se debió a que su madre suministraba a la escuela con el material que faltaba. Robaba en el trabajo lapices y hojas y lo llevaba al director de la escuela. Después fue a estudiar la Mecánica Industrial. A finales de los 90 empezó a relacionarse con un grupo de artistas que luego se transformó en el grupo Omni Zona Franca. El grupo llegó a ser uno de los más importantes movimientos cubanos en lo que se refiere a la promoción de la creación artística y pensamiento libre. Allí se mezclaban diversas influencias religiosas, místicas y artísticas y Luis era durante mucho tiempo uno de los miembros más destacados. Organizaba talleres y promovía arte independiente en la calle. Todo eso dentro del marco de las instituciones oficiales. Eso cambió en 2009, cuando fueron expulsados de la Casa de Cultura por su crítica al régimen. En los años siguientes continuaron a organizar eventos culturales en espacios públicos y privados y sufrieron mucha persecución por parte de las autoridades. Luis emigró a Estados Unidos en 2013. Sigue activo en la promoción de los Derechos Humanos, del arte independiente y pensamiento libre. Junto con su esposa fundaron la empresa Omni-Kizzy Productions.