Eduardo Zayas Bazán Loret de Mola

* 1935

  • “A los dos días (del juicio) en la galera mía donde hay como ciento y pico de prisioneros se aparece Fidel Castro, a las dos de la mañana. Toca, abre la puerta y dice: ‘¿Cómo están, muchachos? ¿Cómo les están tratando? ¿Cómo se sienten, les están dando comida suficiente?’ Como si fuera uno de nuestros mejores amigos. Y se pasa más de dos horas hablando con nosotros. Entre las primeras cosas que nos dice es: ‘Tengo buenas noticias para ustedes. No vamos a fusilar a nadie, no vamos a matar a nadie. Pero sí vamos a sentenciarlos a treinta años de prisión. O el Gobierno de Estados Unidos va a tener que pagar un rescate por ustedes de 62 millones de dólares, porque lo que han hecho es horrible y esto y otro. Y el rescate va a ser de esta manera: Los tres líderes de la revolución van a tener que pagar por cada uno de ellos 500 mil dólares, por los más ricos entre de ustedes 100 mil dólares, que éramos como 120 o 140. Y el resto 50 o 25 mil dólares.’ Cuando nosotros oímos eso, pensábamos que no nos iba a ocurrir nunca. Esto es un caso perdido y aquí vamos a tener que cumplir los treinta años.”

  • “Nos montaron en dos autobuses y nos volvieron a llevar a Playa Girón. Yo estoy convencido de que cuando nos vuelven a llevar a Playa Girón era para ejecutarnos allí, para matarnos. Pero qué pasa… había como 400, 500 prisioneros y alguien le tiene que haber dicho a Fidel Castro: ‘No podemos matar a tanta gente.’ Ya empezaba a llegar la prensa internacional a aquel lugar a sacar fotos y cosas por el estilo… a entrevistar a los prisioneros.”

  • “Quiero aclarar que para nosotros el hecho de que los estadounidenses nos estuvieran apoyando, nos estuvieran armando era una garantía total de que este proyecto de la invasión iba a triunfar. Yo me acuerdo que en los Estados Unidos los entrenadores nos dijeron más de una vez: ‘Algunos de ustedes no van a vivir.’ Pero uno nunca piensa que eres tú al que le iba a pasar algo. O sea nosotros pensábamos que hubiera podido ocurrir al otros, pero no a nosotros. Confiábamos ciegamente en los americanos. Sabíamos que los americanos hasta aquel entonces nunca había perdido una guerra. Vietnam no había ocurrido en aquel momento. La Segunda Guerra Mundial era una cosa que estaba relativamente carca y pensábamos que los americanos eran unos superhombres, que sabían combatir. Pensábamos y que el FBI y la CIA eran organizaciones de gente supercapacitada. Porque nosotros éramos fundamentalmente un grupo de muchachos jóvenes sin experiencia militar. Había muy pocos militares dentro de la Brigada que desembarcó en bahía de Cochinos. Si de los 1500 hombres había 150 yo creo que era mucho. La mayoría de nosotros éramos jóvenes universitarios o gente del campo y gente de clase humilde.”

  • “Es cuando papi se entrega y a los tres días lo sueltan. Yo estoy entonces en casa. En ese momento llegó el jefe de la Policía que era un comandante del ejército rebelde y le hizo una inspección a nuestra casa… para ver si teníamos algunas armas o algo por estilo. Pero no había armas, no había nada. Y ese es él que suelta a mi papá a los tres días de estar preso en estos primeros días. Papi regresa a la casa, estamos en casa, pero a las 24 horas se aparece el comandante Huber Matos tocando a la puerta con una ametralladora. Yo abro la puerta y él pregunta: ‘¿Dónde está Zayas-Bazán?’ Se lleva a papi preso. En el carro estaba preso también el jefe de la Policía que era un comandante del ejército rebelde, por haberle soltado a papi sin pedirle el permiso de Huber Matos. Y Huber Matos tiene a papi preso en el cuartel Monteagudo durante un mes y medio.”

  • “Cuando triunfa Fidel Castro yo tenía sentimientos ambivalentes. Por un lado me preocupaba qué le podría pasar a mi abuelo Luis Lloret de Mola que había sido amigo de Batista y qué le podía pasar a mi padre que aunque él no era realmente amigo de Batista formaba parte de la coalición que había apoyado a Batista. Pero por otro lado yo simpatizaba con la Revolución. Pensaba que en Cuba se necesitaba cambios importantes para acabar con la corrupción, para poner una democracia y para tener políticos decentes que realmente quisieran el bienestar para el país en vez de enriquecerse ellos.”

  • Full recordings
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    Miami, USA, 11.06.2021

    (audio)
    duration: 02:06:24
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El sueño americano lo he logrado

Zayas Bazán Loret
Zayas Bazán Loret
photo: Post Bellum

Eduardo Zayas-Bazán nació el 17 de noviembre de 1935 en la ciudad de Camagüey en la parte central de Cuba. Su familia tenía una larga tradición de ejercer altos cargos en la vida pública de Cuba. Su bisabuelo era senador en la época de la Primera República y su abuelo apoyaba al régimen de Batista siendo uno de los miembros de su Consejo Consultivo. Se conocieron personalmente. También el padre de Eduardo era político. A los 23 años fue electo para la Cámara de Representantes y más tarde se convirtió en senador por el Partido Liberal. La vida del joven Eduardo era dividida entre La Habana, donde trabajó su padre, y Camagüey, donde la familia tenía una gran mansión. Debido a problemas de conducta en la escuela, su padre decidió mandarlo a la Academia Militar en Georgia, Estados Unidos. Eduardo fue un muy buen nadador y recibió una beca para seguir estudiando en Estados Unidos. Sin embargo, él quería seguir los pasos de sus ancestros y dedicarse al trabajo en las instituciones estatales de Cuba. Por eso regresó y estudió Derecho. Primero en la Universidad de La Habana y después en la Universidad de José Martí. Como Fidel Castro invalidó los títulos universitarios otorgados en la época de la lucha revolucionaria, Eduardo no podía ejercer su profesión. Después de la Revolución trabajó unos meses como instructor de natación y en septiembre de 1960 decidió irse de Cuba. Entretanto, el Gobierno revolucionario confiscó la finca de su padre. Una vez en Estados Unidos, se unió al grupo de los hombres ranas que se preparaban para la invasión en la bahía de Cochinos. En la lucha fue herido en la rodilla. Le arrestaron y pasó casi un año en la cárcel El Príncipe. Gracias a las negociaciones efectuadas por el Gobierno estadounidense pudo salir de la prisión cubana siendo uno de los primeros 60 prisioneros puestos a la libertad. Cuando regresó a Estados Unidos empezó a estudiar y llegó a ser el jefe del Departamento de Idiomas en la Universidad de East Tennessee, de la cual hoy en día es profesor emérito. Publicó un exitoso libro de textos para aprender español y formó parte de varias organizaciones de exilio cubanas. Actualmente reside en Miami.