Armando Valladares

* 1937

  • "Me adapté bien a la libertad. De verdad que no tuve conflictos con eso. Me sentía, por supuesto, mucho mejor porque yo en la cárcel lo único que perdí... y mucha gente me pregunta: '¿qué sentiste cuando recuperaste la libertad?' Y mi respuesta es que mi libertad no la perdí nunca. Yo perdí otras cosas: sentarme en una mesa, comer con un tenedor, pero mi libertad no la perdí nunca. Siempre fui un hombre libre, siempre, siempre, siempre. Nunca me sentí un esclavo. Entonces lo único que perdí fueron esas cosas que lógicamente recuperé ahora cuando salí".

  • "En mi primera huelga de hambre a los dos días yo pensaba que me iba a morir. A los tres días pues estaba seguro de que ya eso no podía. Quién iba a decirme a mí en ese momento que yo iba a estar después en diez huelgas más de hambre. Una de ellas, voluntaria, protestando por la violación de los derechos humanos en las cárceles que duró 36 días; y otra por negación de alimentos por parte de los comunistas que duró 46 días porque querían que aceptáramos el plan de rehabilitación política. Los comunistas ensayaron una serie de métodos para obligarnos a claudicar. ¿Qué significaba la rehabilitación política? la rehabilitación política consistía en que yo tenía que firmar un documento. En ese documento decía que toda mi vida anterior había sido un error, que los valores en los que yo creía eran valores falsos y, algo para mí increíblemente inaceptable, que yo no existía, que esa era una idea oscurantista del pasado y que yo me arrepentía de toda esa vida anterior, de todas mis creencias anteriores y quería que la Revolución me diera la oportunidad de ingresar en la nueva sociedad socialista para ser un hombre nuevo. Toda la violencia que yo relato en mis memorias contra toda esperanza, todos los horrores de la cárcel —las palizas, los golpes, los trabajos forzados, la legación de alimentos—, todo eso tenía el objetivo de quebrar la resistencia del prisionero. El objetivo de todo esto era sencillamente aceptar firmar ese documento y terminaban de inmediato todos los malos tratos, incluso me mandaba una semana para mi casa con permiso y después me incorporaban a una de las granjas de trabajo, granjas abiertas porque ellos sabían que ya nos habían quebrado por dentro. Los comunistas conocen perfectamente cómo pensamos, saben cuáles son nuestras ideas, nuestras creencias y sabían que si nos quebraban ya estábamos destruidos internamente".

  • "En diciembre 1960, el día 28 de diciembre, la policía política irrumpió en mi hogar. Lo registraron todo, no pudieron encontrar ni armas ni explosivos ni propaganda, nada que me señalara como un conspirador. Cuando el interrogador de la policía política me dijo: 'Mira, no tenemos ninguna prueba en tu contra. Nadie te acusa, no hemos ocupado nada que te pueda comprometer. Sin embargo, estamos convencidos de que tú eres un enemigo potencial de la Revolución y por eso te vamos a condenar' —y yo digo si no tienen prueba, si nadie me acusa, por qué van a condenarme— 'porque tú estudiaste en un colegio de curas'. Yo había estudiado, efectivamente, en un colegio católico y dije: 'Pero Fidel Castro estudió también en un colegio religioso' —'Sí, pero Fidel es un revolucionario y tú eres un contrarrevolucionario'—. En unos diez días todo aquel proceso terminó y me llevaron a la prisión de La Cabaña. El juicio era un juicio de campesinos, los campesinos formaban parte del tribunal. El presidente del tribunal estaba leyendo un libro de cómics y levantó los pies y cruzó los pies encima del buró y yo lo único que veía eran las suelas de los zapatos de las botas y estaba entretenido leyendo sus cómics y cuando veía algo que le llamaba la atención pues lo compartía con los que estaban al lado formando parte del tribunal. Me condenaron a treinta años de cárcel. Cuando regresé a la prisión con mis compañeros... me levantaron en hombros, me ovacionaron porque me había salvado la vida porque en aquel momento solo existían dos tipos de condena: treinta años o pena de muerte".

  • Full recordings
  • 1

    Miami, USA, 16.04.2019

    (audio)
    duration: 01:53:22
  • 2

    Miami, USA, 16.04.2019

    (audio)
    duration: 01:53:22
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Tuve suerte... me sentenciaron a treinta años de prisión. La segunda opción era la pena de muerte

Armando Valladares
Armando Valladares
photo: Post Bellum

Armando Valladares nació el 30 de mayo de 1937 en la provincia cubana de Pinar del Río. Aunque inicialmente creyó en la Revolución cubana, pronto se dio cuenta de que Fidel Castro no tenía buenas intenciones. Desde 1959 fue empleado del Ministerio de Comunicaciones, pero como no temía hablar en contra del comunismo y del régimen, se convirtió en un enemigo potencial a ser castigado. En diciembre de 1960, fue condenado a treinta años de prisión por actos terroristas durante la Revolución, de los cuales cumplió veintidós. Además de opositor al Gobierno, es un escritor y un luchador por los derechos humanos. Llegó a ser embajador de los Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. El régimen cubano nunca le quitó a Armando la voluntad ni la fe en que su permanencia en prisión, de la que tiene recuerdos horribles, sería temporal. Mientras que estuvo en la cárcel escribió una colección de poemas, conoció a su futura esposa y jamás se rindió. Armando tiene la convicción de que un día Cuba será un país libre.