The following text is not a historical study. It is a retelling of the witness’s life story based on the memories recorded in the interview. The story was processed by external collaborators of the Memory of Nations. In some cases, the short biography draws on documents made available by the Security Forces Archives, State District Archives, National Archives, or other institutions. These are used merely to complement the witness’s testimony. The referenced pages of such files are saved in the Documents section.

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José Miguel Martínez Hernández (* 1963)

Mientras la mentalidad del ser humano no se abra, mientras no venza el miedo y no entienda que lo único que hace este régimen es limitar sus posibilidades, no se va a lograr revertir la situación de este país

  • nacido el 4 de agosto de 1963 en Quivicán en la provincia de La Habana.

  • a partir de su fe cristiana se vinculó a la oposición, fundó la organización Legión de María.

  • participó en la fundación del Comité Cubano de Opositores Pacíficos.

  • se dedicó a denunciar violaciones de Derechos Humanos en el Movimiento 24 de Febrero.

  • trabajó en el proyecto Varela de Oswaldo Payá.

  • cofundador del Proyecto de Bibliotecas Independientes de Cuba.

  • detenido el 19 de marzo de 2003, condenado a 13 años de prisión.

  • pasó 7,5 años encarcelado en varias prisiones, entre ellas Kilo 8, Guanajay, Quivicán y el Combinado del Este.

  • excarcelado con la ayuda de la Iglesia Católica y del Gobierno de España en 2010.

Allí empieza uno a cuestionarse…

José Miguel Martínez Hernández nació en el pueblo Quivicán, en la provincia de La Habana el 4 de agosto de 1963. Es de una familia humilde, su padre era de origen campesino y su madre provenía de una familia obrera. Acabados sus estudios de economía y de mecánica, empezó a vincularse con la oposición cubana a partir de su fe cristiana. Fundó la organización Legión de María, que daba comida a las personas desposeídas de su pueblo, Quivicán. “Esto causó el cuestionamiento de oficiales de la Seguridad del Estado, que les molestó que nosotros con nuestro propio peculio personal y de algunos de los feligreses recogiéramos dinero para atender a estas personas”. A pesar de la poca información sobre lo que son los Derechos Humanos en Cuba, se fue dando cuenta del carácter del régimen cubano. A partir de ahí empezaron sus choques con las autoridades. “No tenía posibilidad de darles... de poder cubrir las aspiraciones que como hombre tenía, de tener una casa, de tener un carro, de poder llevar a mi hijo a un hotel, de poder comprarle a mi hijo algo en una tienda, porque todo era para extranjeros. Allí empieza uno entonces a cuestionarse el lugar donde está viviendo y la forma en que se desarrollan las cosas en el país en que uno vive”. 

La cara fea del régimen

A través de amigos que vivían en el extranjero y le transmitían sus experiencias e información sobre los Derechos Humanos, se fue abriendo a ideas con las que nunca antes había podido tener contacto. Reflexionando sobre las condiciones de vida en Cuba, decidió involucrarse en las actividades que pretendían cambiar las cosas. “Cuando empiezas a involucrarte por establecer unos cambios en el país, es entonces cuando empiezas a ver la cara fea del régimen, que hasta ahora tú no la habías visto”. 

Comité Cubano de Opositores Pacíficos

Junto con su amigo Néstor Fernández fundó un Comité Cubano de Opositores Pacíficos. Allí se produjeron las primeras detenciones. Posteriormente se vinculó con el Movimiento 24 de Febrero. “Entrando un poco más en la disidencia cubana fuimos conociendo más personas y ya íbamos entonces a la ciudad de La Habana, donde nos reuníamos. Nuestra vida y nuestro compromiso con la transformación en Cuba y con buscar reestablecer el orden democrático en el país fue en crecimiento”. Pasado más tiempo, sus principios y su actitud se fue fortaleciendo, y en la segunda mitad de los años 90 se incorporó al proyecto Varela del disidente Oswaldo Payá. Además se vinculó con el Partido Liberal Democrático Cubano con la intención de participar en los proyectos más relevantes para intentar cambiar el rumbo del país. En esta época fundó junto con Ramón Colás y Berta Mexidor el Proyecto de Bibliotecas Independientes de Cuba. “Nos afianzamos en este proyecto porque pensábamos que todo, absolutamente todo lo que puede cambiar a un país que vive bajo una dictadura totalitaria es el cambio de la mentalidad del ser humano. Mientras la mentalidad del ser humano no se abre, mientras no vence miedo y no entiende que lo único que hace este régimen es limitar sus posibilidades, no se va a lograr revertir la situación de este país”.

La paga del imperialismo

Sin embargo, la entrega de las firmas del proyecto Varela en la Asamblea Nacional provocó un incremento de las represiones. “No estábamos haciendo absolutamente nada ilegal, y aun así, estaban reprimidas nuestras familias, nuestros hijos en las escuelas, nuestras esposas en sus empleos”. Además, se instigaba a también a las familias vecinas a que protestaran contra las actividades de oposición. “Llamaban a las familias y les decían a las familias: “Mira, habla con fulano… habla con Miguel y dile a Miguel que seguiste en qué estaba y que puede traerles problemas a ustedes”. Y algunas familias con un poco de miedo me decían: “Miguel, mira por qué estás en esto, mira que nos va a traer problemas a nosotros…”A pesar de la presión, las actividades del proyecto Varela continuaban. La intención era de crear unos comités de gestores del proyecto en todo el país y así crear una amplia base popular. En 2002 visitó Jimmy Carter la Universidad de La Habana, y en su discurso allí habló sobre el proyecto. Al mismo tiempo fue otorgado a Oswaldo Paya el Premio Sácharov. Todo eso resultó en otra escalada de las represiones. “En lo que es el pueblo mío les pusieron un vídeo a los militantes del Partido Comunista donde yo estaba entrando a una tienda de divisas, donde todos los cubanos van a comprar el jabón y el aceite, y les decían que eso era que me lo daba el imperialismo, que me pagaba”.Al mismo tiempo se ponían programas en la televisión que advertían sobre los contrarevolucionarios mercenarios del imperialismo. 

La persecución constante

José Miguel Martínez fue detenido el día 19 de marzo de 2003. Fue llevado a la Seguridad del Estado. Sin derecho a llamar a la familia, detenido en una celda tapiada, pasó por varios interrogatorios y el 4 de abril fue juzgado. La Fiscalía le pidió 18 años de privación de libertad y el 24 de abril fue encarcelado en la prisión de máxima seguridad Kilo 8 en Camagüey. “No podíamos hablar entre nosotros, la persecución era constante, nos dejaban pasar nada más que 30 libras de alguna comida, y las visitas una vez en tres meses. Unas 23 horas al día enclaustrados en un lugar con una luz encendida sin posibilidad de recibir del mundo exterior absolutamente nada. Las cartas de los familiares no llegaban. Si te enfermas, demoran en llevarte al médico. Tu enfermedad se hace más intensa y crónica. Te llevan a provincias que están lejos para ejercer presión en las familias...” Después de un año que pasó en una celda individual le vincularon con los presos comunes. “Había respeto de ellos hacía mí a de mí hacía ellos. Conmigo los presos en general se llevaban bien”. Pasados casi dos años fue transferido a la prisión de Guanajay, donde estuvo unos 3 años y posteriormente a Quivicán. Según cuenta José Miguel Martínez, esta fue la peor. “Los techos tenían filtraciones, y a veces estaba durmiendo y empezaba a llover y te caían gotas de agua de arriba. Tenías que poner unas nailon en el techo para no mojarte. Las tuberías de agua estaban contaminadas, parece que tenían perforación y cuando tomabas esta agua, el agua estaba muy sucia, muy mala”.Luego fue trasladado al Combinado del Este y finalmente excarcelado en 2010. 

Muchas veces sueño con mi pueblo

La excarcelación se produjo gracias a la colaboración con la Iglesia y con el Gobierno español. Sin embargo, la llegada a España fue difícil. “Yo sueño con mi pueblo muchas veces. Con la posibilidad de caminar por las calles donde aprendí a caminar, de poder disfrutar de los amigos de la infancia, de los vecinos de mi entorno, de volver a recorrer los lugares donde jugaba como niño”. En la vida de José Miguel Martínez siempre ha jugado un papel predominante la fe cristiana y su voluntad de mejorar la vida no solo de su familia, sino de todos los cubanos que viven bajo la represión en este país gobernado por un régimen dictatorial totalitario.

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