Ángel de Fana Serrano

* 1939

  • “Ya muy pronto, en 1960, ya un amigo que todavía vive también aquí en Miami, Armando Ardavín, de mi barrio, me dijo que si yo quería participar en una organización que se enfrentaba a la dictadura comunista en Cuba. Y yo le dije que sí. Y entonces comencé como militante de la organización Movimiento Demócrata Martiano, tiene que ver con [José] Martí. Y subdirigentes eran revolucionarios. Principal dirigente era un excapitán del ejército rebelde que había estado en la clandestinidad, no en las montañas, sino en La Habana, Bernardo Corrales, que fue fusilado en 1961. Y entonces comencé a participar en acciones de sabotaje desde 1960 dentro del Movimiento Demócrata Martiano, o MDM, como se conocía, y esas actividades a principio eran un poco heredadas de lo que habían hecho el [Movimiento del] 26 de julio [movimiento de Fidel Castro con la finalidad de derrocar a Fulgencio Batista], el ejército revolucionario anteriormente en la lucha contra Batista. Era la colocación de explosivos para hacer ruido en lugares públicos, en lugares donde tratábamos de ahuyentar la población, de poner a la población al tanto, y además una intensa labor de propaganda que yo participaba también, en la redacción de documentos etc. Debo destacar que, en ningún momento, en ninguna de las actividades que ahora son conocidas como terroristas que yo realicé, en ningún caso causó lesiones, porque siempre era en lugares donde no había peligro. Las explosiones no tenían metralla, era nada más un explosivo para hacer bulla y no hacerle daño a ninguna persona.”

  • “Como tú querías orinar, tenías que tocar, traían un palito, como una latica de refresco de soda, tú orinabas y se lo entregabas. Y cuando tenías que hacer lo otro, entonces tocabas, lo hice solo una vez porque después por una obstrucción intestinal que me duró semanas… Y entonces cada vez que tú tenías que salir de allí, te ponían ese gorro negro que no veías nada. Te ponían el gorro, salías, y entonces… Por ejemplo, para llevarte a interrogatorios que no eran allí, que eran en una oficinita, que era en Altos, tenías que subir una escalera de caracol. Te llevaban, a veces había árboles, te decían muévete para acá, y a veces te lo decían adrede y tú chocabas con ramas. Y entonces la vez que fui a evacuar, me llevaron dos guardias y uno me dijo, gírate, a la izquierda tienes el papel, y entonces tenía que hacerlo delante de él, con el gorro puesto. No veía nada. Y nada, yo escogí una obstrucción intestinal, que pasaron tres semanas que nunca fui al baño.”

  • “Los primeros días son los más malos. Los primeros días, tienes hambre. Después no tienes hambre. Después lo que tienes, es debilidad. Los primeros días son muy malos, psíquicamente y físicamente. Lo más malo de una huelga de hambre, es la boca. O sea, se te espesa la saliva, y es tremendamente desagradable, el sabor que tienes en la boca. Y eso sí te va a durar todo el tiempo de la huelga. Después empiezas a sentirte débil. Debo decir que cuando yo digo huelga de hambre, en el caso de nosotros, los presos políticos cubanos, salvo estrategias muy particulares que hubo en algunos grupos, no en estas huelgas grandes, es que nosotros no comemos nada, ni medicinas, ni nada. O sea, si nosotros nos vamos a declarar de huelga en La Cabaña, toda la comida que nos trajo la visita, la sacamos para fuera, toda la medicina la sacamos para fuera. Únicamente nos quedamos, o el botiquín se queda con cosas que son necesarias para dolores, nada que sea alimenticio, todo eso se saca afuera, a los guardias, para que vean que nosotros no tenemos nada. Entonces cuando viene la hora de la comida… La comida que jamás te han dado en el presidio, te la van a traer entonces. Tú sabes, es muy olorosa… Entonces carne, pollo, te lo ponen afuera y tú no te lo comes. Entonces algunos compañeros cuando pasan tantos días, veinte días, según su capacidad de resistencia, se van, abandonan la huelga. Eso para nosotros no es ningún pecado. O sea, no lo condenamos por eso. Cuando después vuelve con nosotros, vuelve con nosotros, y es un problema de él. Nosotros no aceptamos asistencia médica. Tú te desmayas, el guardia te lleva, pero tú no vas a aceptar la asistencia médica, te la tienen que amarrar. O sea, en algunos casos, por ejemplo, los llevan para el botiquín y le ponen el suero por obligado, amarrado, porque si no, tú te lo arrancas. Incluso en algunos casos, los alimentan con tubo. Hay compañeros míos que les han roto los dientes porque tú te resistes a que te alimenten. O sea, tú no quieres que te alimenten.”

  • “Cuando él [el guardia] me conduce, me lleva para la galera por el patio, era de noche, me va diciendo: ‘Tienes que darle gracias a la Revolución porque no te hemos fusilado y que no te van a fusilar.’ Y entonces yo le digo: ‘No, yo no tengo que darle gracias a la Revolución, tengo que darle gracias a Dios.’ Y eso dio lugar a que me diera cuatro culatazos por el camino. Eso algunos presos todavía lo recuerdan, que estaban allí.”

  • Full recordings
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    Miami, Florida, USA, 16.04.2018

    (audio)
    duration: 02:05:37
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No, yo no tengo que darle gracias a la Revolución, sino que tengo que darle gracias a Dios

Angel de Fana, 2018
Angel de Fana, 2018
photo: Post Bellum

Ángel de Fana Serrano nació en 1939 en La Habana. Siendo un buen estudiante, consiguió una beca en la Havana Business Academy, donde se dedicó sobre todo a los estudios de contabilidad e inglés. Hasta la confiscación de 1961, trabajó en una fábrica de calzado. Muy pronto después del triunfo de la Revolución de Fidel Castro se dio cuenta del carácter comunista de este proyecto, y se unió al Movimiento Demócrata Martiano en 1960. Pasados dos años se convirtió en líder del movimiento, cuyos objetivos eran debilitar el régimen con sabotajes, desarmae de milicias y propaganda anticastrista. Ángel de Fana Serrano fue detenido en 1962. Se le acusaba de la autoría intelectual de un ataque en el que murió un militar oficialista, y de la organización de un levantamiento que se produjo en agosto de 1962. Fue transportado a un lugar que se conoce como Las Cabañitas o Punto X, pero que nadie sabe dónde se encontraba. Allí fue sometido a interrogatorios en muy malas condiciones durante unos 37 días. Posteriormente fue transferido a La Cabaña, y en 1963 fue condenado a 20 años de prisión. Se convirtió en uno de los presos plantados más conocidos, pasando por varias cárceles, entre ellas el Combinado del Este, Bonyato, Guanajay y La Cabaña. Se opuso a las negociaciones que llevaba a cabo el Gobierno cubano con Estados Unidos sobre su posible excarcelamiento, sosteniendo que su libertad no podía ser condicionada. Finalmente fue puesto a libertad en 1983 y se exilió en Estados Unidos. Trabajó denunciando crímenes del régimen cubano en la radio La Voz de CID hasta principios de los años 90, y fue uno de los líderes de la organización Plantados hasta la Libertad y la Democracia en Cuba, que apoyaba a los opositores y a los presos políticos en Cuba.