José Azel

* 1948

  • “Bueno, una parte de dejar de participar fue simplemente la necesidad de trabajar, de sobrevivir, de empezar una vida. Cuando vienen todos esos fracasos de la Bahía de Cochinos, de la crisis de octubre y demás, llega un momento en que hay cierta desilusión, por lo menos con esa vía. Y aunque uno se mantiene involucrado, pues el activismo baja y cesa. Yo tuve una familia, crié hijos y demás hasta años después, hace diez o doce años, cuando yo regreso a la Universidad de Miami y me involucro de nuevo en este activismo con una nueva generación y ya quizás no como el joven revolucionario, sino como el profesor que puede asesorar más que nada. Es decir, de un muchacho de trece años que es un activista en clandestinaje, haciendo sabotajes, quizás a una persona mayor ya más que nada esperando con mis escritos y con mis actividades intelectuales poder ayudar a estas generaciones”.

  • “Básicamente era una casa que se estaba cayendo. Yo no recuerdo lo que mis hermanos pagaban, porque yo era el más joven y ellos se ocupaban de la renta y eso, pero probablemente habían sido unos cien dólares al mes, una cosa así, no era nada. Una casa de madera bien vieja, no tenía puertas, no tenía ventanas, pero allí nadie iba a robar nada, no había nada que robar. Y nos administrábamos, aprendíamos el uno con el otro. Yo recuerdo, por ejemplo, una anécdota interesante y es que en aquel momento recibíamos alguna ayuda de alimentos una vez al mes para refugiados. Recibíamos un queso, unas latas de frijoles y demás. Y entre las cosas que recibíamos había latas de mantequilla de maní. Pero era una mantequilla de maní de los excesos de producción en los Estados Unidos, dura... Y nosotros no conocíamos lo que era la mantequilla de maní, era algo que no se veía en Cuba. Entonces cogíamos aquella mantequilla de maní y no sabíamos qué hacer con ella. Lo más que se nos ocurrió era que cogíamos una palangana, poníamos la mantequilla de maní y le echábamos agua y con un palo empezábamos a revolverla para hacer un batido. Cuando yo me cansaba se lo daba a otro muchacho y así la pasábamos porque obviamente no teníamos ningún equipo de batidora ni nada por el estilo. No había absolutamente nada en esa casa. Y así tratábamos de hacer un pequeño batido de mantequilla de maní con agua y batiendo a mano. Eran las cosas que hacíamos. Recuerdo que la casa tenía un patio atrás y a mi hermano, que nunca en su vida había hecho nada, le dio por arreglar carros. Entonces compraba carros viejos y los arreglaba y ese tipo de cosas. Francamente, hacíamos lo que teníamos que hacer para sobrevivir”.

  • “Tuvimos que enfrentar la vida desde muy jóvenes. Es decir, todos estábamos en ese periodo de entre diez a dieciséis, diecisiete años los mayores. Y tuvimos que enfrentar la vida. Yo tuve la fortuna de poder hacerlo en el sur de la Florida, pero muchos de esos muchachos terminaron en otros estados, con tiempo frío, con nieve, no tenían la menor idea, y con otras familias hasta que sus padres pudieron reunirse con ellos. En mi caso, tristemente, yo nunca me pude reunir con mi papá. Pero esta es la historia de ese éxodo. Una cosa interesante, y lo digo con orgullo, es que se han hecho algunos estudios académicos de ese grupo de 14 000 niños y resulta ser que ha sido el grupo de más éxito profesional de los grupos de exiliados políticos que se han estudiado. Es decir, hemos tenido mucho éxito profesional, muchos notables Pedro Pan, el senador Mel Martínez, por ejemplo, y muchas otras personas que han llegado a cierto punto. Pero también, y quizás es la otra cara de esa moneda, muchos fracasos personales, divorcios y… porque crecimos solos y crecimos en muchos casos sin un ambiente familiar”.

  • Full recordings
  • 1

    Miami, USA, 09.04.2019

    (audio)
    duration: 01:26:53
  • 2

    Miami, USA, 09.04.2019

    (audio)
    duration: 01:26:53
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En ningún momento he pensado en simplemente ignorar esta parte de mi historia

José Azel, v roce 2019
José Azel, v roce 2019
photo: ED

José Azel nació en La Habana en 1948. Su padre era abogado y su madre murió cuando tenía diez años. Tuvo dos hermanos mayores con quienes vivió en Estados Unidos después de salir de Cuba muy joven. A José le influyeron mucho sus profesores en el Colegio Católico Hermanos Maristas y a los doce años ya estaba involucrado en actividades de lucha contra el recién instalado Gobierno de Fidel Castro. Participaba entonces en pequeños actos de sabotaje y repartía materiales de propaganda anticastrista. Debido a ello, una vez fracasado el intento de desembarco en la Bahía de Cochinos empezó a ser buscado por la Seguridad del Estado. Su padre, inmediatamente, se puso a preparar la salida de José a Estados Unidos, adonde llegó cuando tenía trece años en el marco de la Operación Peter Pan. En el nuevo país lo estaba esperando uno de sus hermanos mayores que entonces tenía diecisiete años. Los dos jóvenes se ganaban la vida haciendo todo tipo de trabajos poco cualificados, como recogiendo verduras, repartiendo periódicos o trabajando en restaurantes. Al mismo tiempo, se entrenaban para luchar contra el Gobierno de Fidel Castro. Sin embargo, al cesar el apoyo norteamericano a este tipo de actividades y debido a la necesidad de empezar una nueva vida, José inició estudios en la Universidad de Miami. Después de graduarse estableció varios negocios con un notable éxito económico, lo que le permitió retirarse y empezar a trabajar en la Universidad de Miami como especialista en Estudios Cubanos. Hoy en día se dedica a la formación de jóvenes disidentes cubanos y publica en libros y periódicos sus reflexiones sobre Cuba. Es un defensor del liberalismo clásico y se considera un exiliado político, ya que se niega a regresar a Cuba de no haber un cambio.