The following text is not a historical study. It is a retelling of the witness’s life story based on the memories recorded in the interview. The story was processed by external collaborators of the Memory of Nations. In some cases, the short biography draws on documents made available by the Security Forces Archives, State District Archives, National Archives, or other institutions. These are used merely to complement the witness’s testimony. The referenced pages of such files are saved in the Documents section.

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Néstor Campanería Ángel (* 1943)

Mi deseo es que el sacrificio de mi hermano y sus compañeros no se olvide

  • nació el 12 de febrero de 1943 en La Habana dentro de una familia de siete hijos. Creció en los campos azucareros donde trabajaba su padre.

  • su hermano mayor, Virgilio, estudiante de Derecho, empezó a criticar el régimen de Fidel Castro, fue encarcelado en La Cabaña y fusilado el 17 de abril de 1961.

  • Néstor fue perseguido debido a sus actividades clandestinas y tuvo que esconderse durante muchos meses.

  • después del fracaso de una operación de alzamiento en la Sierra Escambray decidió pedir asilo en la Embajada de Colombia.

  • finalmente se trasladó a Estados Unidos y al principio de su estadía participó en entrenamientos con la intención de luchar contra el gobierno de Fidel Castro.

Néstor Campanería Ángel nació en La Habana en 1943. Sus padres tuvieron siete hijos de los cuales él es el menor y, en la actualidad, el único que sobrevive. Su padre, ingeniero civil, trabajó primero en ferrocarriles y posteriormente se dedicó a la administración de centrales azucareras. Fue precisamente en las proximidades de una de estas fábricas, en la provincia de Matanzas, donde creció Néstor. “Crecimos en una familia muy unida hasta el triunfo de la Revolución cubana”.

El activismo temprano de los hermanos Campanería 

En el momento triunfal de la Revolución, Néstor tenía dieciséis años; su hermano mayor, Virgilio, estaba estudiando Derecho en la Universidad de La Habana; y los demás hermanos ya se habían graduado de diferentes profesiones. “Mi hermano Virgilio fue el primero en la familia que se disgustó de la Revolución comunista. Esto era principalmente debido a que, como estudiante de Derecho, decía que la pena de muerte que el Gobierno comunista de los Castros había instalado era ilegítima, ya que la Constitución de la República en 1902 había abolido la pena de muerte, pues en la época de la dominación española la pena de muerte se había usado mucho para reprimir y amedrentar al pueblo cubano”. Entonces, Virgilio empezó a hablar públicamente en contra del régimen y, ya en el año 1959, toda la familia Campanería sospechaba el rumbo comunista de la revolución. Posteriormente, Virgilio fundó junto con sus compañeros la organización Salvar a Cuba, con el propósito de explicarles a los demás estudiantes el camino que estaba tomando la dictadura. “Yo, como estudiante, me dediqué más que nada a repartir propaganda, periódicos etc., que pudieran abrirles los ojos a las personas que todavía confiaban en los comunistas”.

A finales de marzo de 1961, Virgilio y sus dos compañeros fueron detenidos por el Servicio Secreto. Néstor, por otro lado, tuvo que abandonar su casa e irse a la clandestinidad, ya que supuestamente lo estaban buscando también. A pesar de haber planificado acciones de rescate, estas fracasaron y los tres muchachos terminaron en la prisión de La Cabaña. Asimismo, los intentos de sacarlos de allí tampoco tuvieron éxito. Después de los interrogatorios, los tres muchachos fueron juzgados. Virgilio y Alberto Tapia fueron condenados a la pena de muerte y Tomás Fernández acabó con treinta años de prisión. “Desde aquel momento, yo no pude ir más a mi casa, estuve separado de mi familia. Fui de casa en casa, era desesperante no tener noticias de lo que estaba pasando. Se sabía que se estaba planeando una invasión, pero nosotros no sabíamos cuándo y por dónde se iba a llevar”. Durante estos meses, a Néstor le resultaba difícil encontrar lugares para quedarse, ya que muchos de sus amigos tenían miedo de una posible persecución. Sin embargo, hubo quienes se arriesgaron y gracias a ellos pudo sobrevivir este período. En aquel entonces se llevó a cabo también un intento de alzamiento en Sierra Maestra. “Había una resistencia amplia en toda Cuba. El clandestinaje en Cuba era muy activo hasta el momento en que llegó la bahía de Cochinos, cuando hasta casi medio millón de personas fueron hechas prisioneras”. No obstante, este intento de alzar las armas contra Fidel Castro tampoco resultó debido a fallas de organización. En aquellos tiempos se notaba una gran tensión en toda la isla y ello se debía a la invasión que se estaba planificando a bahía de Cochinos.

El fusilamiento de Virgilio Campanería 

En la madrugada del 18 de abril de 1961, cuando Néstor se encontraba refugiado en casa de una familia y se hacía el intento de desembarco en la bahía de Cochinos, su hermano Virgilio, Alberto Tapia y otros seis compañeros suyos fueron fusilados en la prisión de La Cabaña. Posteriormente, la familia se enteró de que, en vez del cuerpo de Virgilio, en el ataúd se encontraban solo tres piedras. El fusilamiento de su hermano mayor impactó mucho a Néstor, puesto que Virgilio era el más próximo de todos sus hermanos. En la madrugada del fusilamiento, recuerda que se despertó asustado con un mal presentimiento. Puso la radio y justo en el momento estaban anunciando los nombres de los fusilados. “No sabía si salir corriendo, si dar grito… Fue una cosa… mi hermano era el más allegado a mí, cinco años mayor que yo, habíamos compartido mucho juntos, habíamos estudiado juntos en la Havana Militar Academy. Para mí era un símbolo, era un ejemplo, era un guía, un líder, un consejero, y en aquel momento no sabía qué hacer”. Después del asesinato de Virgilio, la familia se empezó a desintegrar y la vida más nunca volvió a ser lo que era. “La familia quedó dividida, partiendo unos para un lugar y otros para otro”.

Néstor continuó en la clandestinidad hasta aproximadamente mediados de mayo, cuando su madre le pidió a uno de sus compañeros que lo convenciera de refugiarse en una embajada. “Era muy poco lo que podíamos hacer después de la bahía de Cochinos”. La cantidad de fusilamientos se incrementó mucho en toda Cuba. “El miedo, el terror, el pánico era palpable en toda la sociedad”. Néstor abandonó la casa donde se refugiaba y se asiló en una casa que era propiedad de la Embajada de Colombia. “Cuando el Gobierno empieza a apropiarse de las propiedades de personas que dejan el país, mucha gente adinerada le donaba la casa a un país, en este caso Colombia, para que usara esa casa como embajada o consulado, con la esperanza de que si el régimen caía recuperarían su casa”. Allí estuvo tres meses junto con otras ochenta personas y, durante ese tiempo, pudo ver en una sola ocasión a sus padres y a dos de sus hermanos. Toda su familia sufría mucha persecución, los paraban en las calles, los llevaban a interrogatorios y los vigilaban. Durante su estadía en la embajada Néstor esperaba la llegada de un salvoconducto y este, finalmente, se dio. Néstor se despidió de su padre y se fue a Colombia. “Lo vi en el aeropuerto de La Habana. Fue algo muy triste, me hubiera gustado darle un abrazo, un beso, y lo único que podía era darle la mano. Me dijo: ‘no hagas nunca algo de lo cual nos podamos abochornar’. Esas fueron las últimas palabras que oí yo de sus labios”.

Bajo la protección de Colombia y EE. UU. 

El Gobierno colombiano les alquiló un edificio grande a todos los cubanos que habían ido a asilarse. “Cada uno tenía su función en esta casa, uno limpiaba, otro cocinaba… En este refugio se asilaron muchos cubanos y allí vivimos mucho tiempo. La generosidad de los colombianos nunca la podré olvidar”. Durante este período, Néstor conoció a quien sería su futura esposa, una muchacha colombiana que vivía en una casa al lado de donde él se quedaba. “Su madre se convirtió en mi madre de exilio. Era una viejita pequeña, arrugada y se convirtió en la Teresa de Calcuta de los cubanos que estábamos en el refugio. Si necesitábamos medicamentos, ella nos los conseguía. El trato de los colombianos para nosotros fue algo maravilloso”.

Estando en Colombia, Néstor consiguió la visa de residencia en Estados Unidos. “Tenía mis dudas sobre qué hacer, si ir al Ejército, si seguir trabajando para el Directorio Estudiantil o si debería regresar a Colombia y allí casarme”. Al final, se fue a Colombia y se casó, pero luego se fue con su esposa a Estados Unidos. “Trabajaba en lo que podía, recogía frutas, trabajé en la construcción poniendo líneas de ferrocarril, pero seguía siempre con mi intención de hacer algo por Cuba”. Participó en varias reuniones del exilio y recibió entrenamiento. No obstante, debido al nerviosismo que todo eso le provocaba a su esposa, Néstor, al cabo de un tiempo, abandonó todo para trabajar y dedicarse exclusivamente a su familia. Recuerda que los primeros años en Estados Unidos no fueron fáciles, el choque cultural era considerable y hasta hoy en día no se comunica perfectamente en inglés. Lleva 58 años casado con su mujer, tiene tres hijos y cuatro nietos. “No es mucho lo que yo puedo hacer para Cuba, pero lo que no quiero es que el sacrificio de mi hermano, de mi mejor amigo, el sacrificio de mis compañeros que ya no están con nosotros sea olvidado. Ese es mi deseo”.

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